Nos complace compartir en Book-a el  Manifiesto por una Arquitectura Abierta de García-Frankowski, autores del libro "Formas, Islas y Textos".

Manifiesto

Hay un tipo de arquitectura cuyo fin es no construirse. Una arquitectura en papel que no debe ser confundida con la arquitectura de papel. Una arquitectura basada en puras declaraciones en las que los ladrillos, el mortero y el hormigón son sustituidos por ensamblajes de papel y prosa narrativa. Una arquitectura basada en las ambiciones fallidas y logradas de edificios y planes maestros. Una arquitectura que, aunque centrada en la crítica de esta ambición, no se concierne con cualquier tipo de crítica. Una arquitectura indiferente a la opinión de expertos en los periódicos, a los comentarios del público en los blogs populistas de diseño, a las páginas propagandísticas de las revistas de moda. Una arquitectura que se comunica directamente con la arquitectura sobre la arquitectura. Una arquitectura basada en la lucha disciplinaria. Este tipo de arquitectura se centra en la crítica de la ideología, después de reconocer que esta —en sus múltiples encarnaciones— se ha infiltrado en todas las esferas de la producción arquitectónica, incluyendo el ámbito de la propia crítica. Una arquitectura que a través de los textos narrativos y un vasto repertorio de imágenes (collages, fotomontajes, dibujos, guiones, cómics, animaciones) crea historias alegóricas que tienen como objetivo exponer el impasse y las fallas de la arquitectura en teoría y práctica. Este tipo de arquitectura es simultáneamente teoría y práctica. Es teoría como práctica; crítica como proyecto arquitectónico. Este tipo de arquitectura se llama Arquitectura Narrativa y este es su manifiesto.

Golpe

Con el fin de ser una herramienta eficaz contra la seriedad del discurso arquitectónico, la Arquitectura Narrativa confía en el poder subversivo del humor. Esta pinta retratos descarados que parodian mediante la ironía y el sarcasmo las deficiencias de la ideología. La Arquitectura Narrativa convierte la desilusión en burla, la decepción en crítica subversiva, el pesimismo en razón quínica(1). La Arquitectura Narrativa penetra la filosa punta de la crítica en el cascarón osificado del hegemónico discurso arquitectónico. La Arquitectura Narrativa está compuesta de imposturas amplificadas. Sus componentes son características exageradas innatas a la arquitectura. La Arquitectura Narrativa es pura ambición arquitectónica liberada de las distorsiones pragmáticas de la inhibición selectiva.

Aunque ostensiblemente heroica, la Arquitectura Narrativa no es una utopía. Sus monumentos colosales, paisajes imposibles y textos alegóricos son fieles retratos reales que reflejan los absurdos escenarios imaginados por el discurso arquitectónico. La Arquitectura Narrativa implica la sublime autonomía de la teoría. La Arquitectura Narrativa es pura teoría observada bajo una lupa. Es arquitectura en forma de ‘supermercado infinito’, ‘monumento continuo’ y ‘reclusión voluntaria’. La Arquitectura Narrativa es producto de luchas fallidas y guerras perdidas. Esta reconoce su inhabilidad para ‘ganar’ la batalla. Se alimenta de fracasos pasados, presentes y futuros. Ya que descubrió que Team 10, Yona Friedman y hasta el artista convertido en urbanista Constant fallaron en su intento de romper con el discurso y las herramientas de la ideología del Modernismo, la Arquitectura Narrativa vuelve las herramientas de la ideología contra sí mismas.

Si el Modernismo utilizó cada herramienta disponible —desde publicaciones, hasta planes urbanos, hasta el CIAM como plataforma de difusión ideológica— para derribar a la oposición, la Arquitectura Narrativa apunta las armas ideológicas de vuelta al Modernismo. Cuando una posición intenta consolidarse como un discurso hegemónico y evita “venir voluntariamente a la mesa de negociaciones” con sus oponentes, la Arquitectura Narrativa provoca “la polémica continuación con otros medios del dialogo fracasado” (2). La Arquitectura Narrativa evoca las propiedades dialécticas de la narrativa con el fin de restablecer la conversación y exponer las mentiras. Si la arquitectura promete ciudades construidas en relucientes hormigones blancos, la Arquitectura Narrativa encofra en cemento al mundo entero. Si la arquitectura crea imágenes de edificios detrás de cortinas de follajes densamente verdes, la Arquitectura Narrativa esboza un universo contenido dentro de un bosque de arboles rascacielos. Si la arquitectura decide surfear las olas de la indiferencia social y económica, la Arquitectura Narrativa proyecta un mundo golpeado por un tsunami neoliberal.

La Arquitectura Narrativa ataca cada tipo de “falsa conciencia ilustrada” y revela lo que se esconde detrás de las máscaras que la disfrazan de impronta social y reconstrucción urbana; del verdor embriagante de la sostenibilidad certificada y la filantropía neoliberal; de las fantasías estéticas convertidas en simplificaciones urbanas del parametricismo y cualquier otra moda estética pasajera; del reduccionismo perverso de los diagramas caricaturescos y las imágenes inmaculadas(3). La Arquitectura Narrativa no derriba las pancartas y consignas del discurso arquitectónico, sino que las lee en voz alta contra el viento ideológico con el fin de revelar su absurdidad.

Post Mortem

Porque la ideología presenta conceptos como su opuesto –la mentira como la verdad, el oportunismo como la responsabilidad, el egoísmo como conciencia social – esta ha condenado a la Arquitectura Narrativa a la estéril indiferencia de la pared del museo, a la belleza anestésica del libro de arte. Sin embargo, la Arquitectura Narrativa pertenece en la mesa de dibujo, en la pantalla del ordenador, en el debate arquitectónico. La Arquitectura Narrativa corresponde al presente, a las escuelas, a las prácticas. La Arquitectura Narrativa revela la condición del espíritu de su época, ahora. Si la ideología es “doblepensar”, la Arquitectura Narrativa grita "abajo el Gran Hermano". Mientras la ideología te vigila, la Arquitectura Narrativa la vigila de vuelta. En un mundo dominado por las declaraciones sin sentido, la más absurda de las posiciones se consolida como el más claro de los caminos. Cuando todo parece estancarse, la Arquitectura Narrativa se sigue moviendo.

 

[1] El concepto de crítica de la ideología aplicada aquí es tomado del libro Crítica de la razón cínica (1983) de Peter Sloterdijk. Según Sloterdijk el quinismo, frente al cinismo moderno (falsa conciencia ilustrada), podría ser utilizado como una estrategia para desestabilizar a los poderes hegemónicos del establecimiento. El quinismo consiste a menudo de un humor (a través de la sátira o la ironía) que intenta poner de relieve el estancamiento de las posturas intelectuales absurdas con el fin de llevar a cabo una crítica de la ideología. Para más información, véase Peter Sloterdijk, Crítica de la razón cínica, trad. Michael Eldred (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1987). Traducción del Autor.

[2] “La ilustración recuerda cuán fácil hablar abiertamente puede llevar a un campo de concentración o a la cárcel. Los poderes hegemónicos no se pueden acceder tan fácilmente; estos no vienen voluntariamente a la mesa de negociaciones con sus oponentes, a los que preferirían tener entre rejas.” (…) “La crítica de la ideología significa la polémica continuación con otros medios del dialogo fracasado. Esta declara una guerra contra la conciencia, aun cuando pretende ser seria y sin polémica.” Ibid, traducción del autor.

[3] Por lo tanto, llegamos a nuestra primera definición: "El cinismo es falsa conciencia ilustrada." Ibid.